01/02/2024 | Psicología Clínica
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Seguramente la has experimentado alguna vez en tu vida. Es una de las dolencias o situaciones más comunes que vemos en la consulta psicológica. Puede aparecer súbitamente, o quizá sea algo con lo que sueles lidiar. En este artículo te quiero explicar qué es la ansiedad, y cómo puedes aprender a manejarla.  

 

¿Qué es la ansiedad y cuáles son sus síntomas?

 

La ansiedad es un estado físico, mental y emocional que posee algunas características:  

 

En cuanto a síntomas físicos puedes experimentar una sensación de vacío o “mariposas en el estómago”, una sensación menos agradable como opresión en el pecho, que el corazón “se te sale del pecho” o incluso puedes llegar a experimentar algo que se conoce como ataques de pánico, que es una experiencia muy intensa pero usualmente de corta duración. Si sufres ansiedad crónica, puedes también experimentar síntomas crónicos como problemas digestivos, dolores de cabeza recurrentes e incluso una hipertensión reactiva (elevación de la presión arterial).

Los síntomas mentales comprenden pensamientos obsesivos, es decir, estar constantemente pensando en algo, a lo cual también se conoce como ruminación; estos pensamientos son a menudo de carácter negativo o francamente catastróficos.  Otros síntomas pueden ser autocrítica constante, dialogo interno negativo, es decir que continuamente te estás autoevaluando y lo haces en forma negativa. 

Los síntomas emocionales incluyen la sensación de inseguridad, nerviosismo, puede haber una mayor sensibilidad tanto a los estímulos externos como internos, hiperreactividad, entre otros. 

 

En ocasiones, la ansiedad corresponde a una situación vivida, que es la que desencadena el episodio de ansiedad, pero en otras, el desencadenante puede no ser tan claro. En esos casos, es importante considerar diferentes factores que pueden contribuir a ella. 

 

Factores que pueden contribuir a un episodio de ansiedad 

 

Son diferentes los factores que contribuyen a que una persona experimente ansiedad. Algunos de ellos, son más y otros menos conocidos: 

Genética y aprendizaje. Si bien hay factores genéticos, es posible que los aprendizajes en la infancia modelen también esta respuesta. 

Alteración en la producción de neurotransmisores. La serotonina por ejemplo, la cual se cree juega un papel clave no solo en la depresión, sino también en los estados de ansiedad, puede estar disminuida 

Dieta. Menos conocido es el papel que juega la dieta en los estados de ansiedad. No obstante, hoy sabemos que en definitiva tiene un rol muy importante, debido a la comunicación que existe entre nuestro intestino y nuestro cerebro. A esta comunicación se le conoce como eje intestino – cerebro. 

Microbiota intestinal. De la mano de la dieta, las investigaciones actuales hablan también del rol clave de nuestra microbiota en los estados de ansiedad, y en general la salud mental. En términos generales, se sabe que el desequilibrio de los grupos funcionales, a lo cual se conoce como disbiosis, genera una menor producción de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, así como una alteración en la comunicación a nivel cerebral. 

Factores ambientales. La contaminación ambiental nos afecta a todos, pero en el caso de algunas personas, la exposición a esta puede generar incluso hospitalizaciones, y esto es porque los contaminantes ambientales causan también alteraciones tanto en nuestra microbiota intestinal y contribuyen a la neuroinflamación.  

Factores sociales. En lo que se refiere a los factores sociales, las situaciones de desigualdad, injusticia y pobreza pueden también elevar los niveles de ansiedad en las personas. 

 

Como señala el Dr. Stephen Porges, autor de la Teoría Polivagal, la ansiedad más allá de un diagnóstico, es una respuesta de nuestro sistema nervioso a una situación en la que no se siente seguro, de ahí que nos alerte de esta situación. 

 

¿Qué podemos hacer?

 

Como podrás darte cuenta, son diferentes los factores que intervienen en la ansiedad. Es importante considerar todos ellos, así como descartar otras posibles alteraciones o condiciones que pudieran confundirse con ella.  

 

Considerando lo anteriormente expuesto, algunas recomendaciones son:  

 

Si bien la terapia psicológica y farmacológica han sido los tratamientos empleados por décadas para la ansiedad, hoy sabemos que su alcance puede ser limitado, si no se consideran el resto de los factores.

Los cambios en el estilo de vida, que incluye la actividad física regular, la higiene de sueño y una alimentación con énfasis en el cuidado de nuestra microbiota intestinal pueden ser de gran utilidad.

Evitar la comida ultraprocesada y chatarra, la cual hoy sabemos también crea estados proinflamatorios a nivel metabólico y cerebral. 

Identificar los factores ambientales que pueden contribuir a la ansiedad y reducir su impacto, por ejemplo, si se vive o trabaja en una zona con elevados niveles de contaminación, es conveniente hacer los ajustes al interior de la vivienda u oficina, por ejemplo, utilizar plantas para proveer oxígeno, cuando no sea posible realizar cambios de mayor magnitud.

El uso de técnicas para manejar el estrés puede ayudar a nuestro sistema nervioso a estar en un estado menos “reactivo”.

En cuanto al uso de medicamentos, y dado que muchas personas hoy día buscan alternativas a éstos ya que desean evitar los efectos secundarios, existen buenas opciones en el caso de la suplementación, como los aminoácidos, los adaptógenos y la fitoterapia.

Consultar con un profesional. En la actualidad, existen muchos recursos en internet, no obstante, la asesoría y el tratamiento deben ser personalizados.  


Psic. Claudia Juárez



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